POEMAS IBÉRICOS (74)

 DESCARGAR



María Calviño (Córdoba, Arg.,1961) es autora de Círculo de sombra (1993); Temporada de casa y otros poemas (1998); Lírica en trámite (2008); De tarde en el puerto (2012); Fin de semana largo (2012 y 2022); Superficies cultivables (2017): Control remoto (2019) y Tráiler (2024), entre otros textos de poesía. Algunos de sus poemas integran antologías publicadas en el país y el exterior, y fueron traducidos al italiano, inglés y portugués. Ha sido becaria del Fondo Nacional de las Artes en Traducción literaria y escritora invitada por la Universidad de Westminster (RU).

Trabajó como editora, correctora y curadora de textos profesionales, publicitarios o de divulgación en los ámbitos privado y público. Estudió Letras Modernas en la Universidad Nacional de Córdoba donde completó la carrera docente por concurso en la cátedra de Literatura de habla inglesa, de la que fue profesora titular hasta 2022.  Escribió su tesis doctoral sobre la poesía de Samuel Taylor Coleridge. Publicada por la Facultad de Filosofía y Humanidades en 2004, Escenas del silencio y la repetición sigue siendo un trabajo precursor en castellano para el estudio del poeta romántico.


 

Entreacto de Ofelia


Enhebro entre los dedos agujitas
de romero todo el tiempo,
pero sólo puedo recordar letras
de rondas, canciones para cantar
en días de fiesta y cuando la piel
tiene el perfume de estas flores
azules, sigo sin recordar nada.

¿Habría sido como cuando encuentra,
al fin, el río su cauce, dejando
atrás el puente y los sauzales,
o nada más que un golpe seco
contra el cuerpo tenso?

Nadie me pregunta,
no me habla nadie
porque mis palabras
no dicen nada.

Aunque si me acordara,
si alguna flor azul pudiera
recobrarte, quizás repetirían
que estás loco, y que nadie
encuentra su camino
mirándose en los ojos de alguien más
.

Intervalo de Ofélia

 
Enfio entre os dedos agulhas
de alecrim o tempo todo,
mas só me lembro das letras
de rondas, canções para cantar
nas férias e quando a pele
tem o perfume destas flores
azuis, continuo sen me lembro de nada.
 
Seria sido como quando o rio encontra
enfim, o seu curso, deixando para trás 
a ponte e os salgueiros,
ou nada mais do que um sopro seco
contra o corpo tenso?
 
Ninguém me pergunta,
ninguém me fala
porque as minhas palavras
não dizem nada.
 
Mas se eu me lembrasse
se alguma flor azul pudesse
recuperar-te, talvez repetissem
que tu és louco, e que ninguém
encontra o seu caminho
olhando-se nos olhos de outra pessoa.

  

                                                                A Inés Calviño

 

Aire de familia

Mi hermana sabe contar
hasta con gestos el momento
cuando buscando la salida

de una tienda famosa en Madrid,
al final del pasillo de una cola
de caja, vio una canasta gigante
repleta de abanicos en oferta.
Estaban plegados, pero había
de todos los tamaños, y eran
de plumas, pintados, bordados
o de seda, con detalles de tul
o de gamuza; calados, de encaje
belga o de nylon de todos colores.
 
La canasta de abanicos
se iba rodeando de mujeres
que se salían descuidadas
de su lugar en la fila. De pronto
con ademán elegante (urdido
quién sabe en cuántas vidas)
abrían al azar un abanico
haciéndolo caer de lado, con
esa sonrisa sublunar que sabe
si vale la pena el gasto.
 
A mi hermana le encanta usar
abanicos, pero se mantenía
a cierta distancia,
esperando llegar con la marea
hasta la orilla de esa rompiente
irisada de la luz en la tienda.
 
Y las mujeres los iban probando:
Estesí esteno estesí esteno,
hasta que una de ellas que ya había
elegido y parecía seguir
buscando, desplegó uno ante Inés
y le dijo: Estetevatí, puesíteva,
¡Questosí  es aire, hija!...
Que esto sí es aire le dijo.
 
Cuando Inés volvió a esta Córdoba
argentina, traía puesta
la historia del abanico que sale
de una canasta española
 
y se sacude abriendo más y más
el aire como el árbol,
o como a una vela el mar.
 
 
    Córdoba Argentina., 2024 
 

Ar de família
 
A minha irmã sabe contar
até com gestos o momento
em que, à procura da saída
de uma loja famosa em Madrid
no fim de uma fila de caixa de pagamento
viu um cesto gigante
cheio de leques à venda.
Estavam dobrados, mas havia
de todos os tamanhos, e eram
de penas, pintados, bordados
ou de seda, com pormenores de tule
ou de camurça; de renda belga
ou de nylon de todas as cores.
 
O cesto dos leques
estava rodeado de mulheres
que descuidadamente saíram
do seu lugar na fila. De repente
com um gesto elegante (inventado
sabe-se lá em quantas vidas)
abriam um leque ao acaso
fazendo-o cair para o lado, com
aquele sorriso sublunar que sabe
se vale a pena tal despesa.
 
A minha irmã adora usar
leques mas mantinha-se
à distância,
na esperança de chegar com a maré
à beira da rebentação
luz irisada na tenda.
 
E as mulheres experimentavam-nos:
Estesím estenão estesím estenão,
até que uma delas, que já tinha
escolhido e parecia estar ainda
procurava, desdobrou um diante de Inês
e disse-lhe: Estetevatí, puesíteva,
quisto é ar, filha!...
Que isto é mesmo ar, disse-lhe ele.
 
Quando Inês regressou a esta Córdoba argentina, trazia consigo
a história do leque que sai
de um cesto espanhol
 
e abana, abrindo cada vez mais
o ar como a árvore
ou como uma vela no mar.

 Del libro Tráiler, 2024

Traducción de SAL y MST


Comentarios

Entradas populares de este blog

POEMAS IBÉRICOS (83) DOS POEMAS DE MARIA CARVAJAL

POEMAS IBÉRICOS (81) TRES POEMAS DE CONCHA ORTEGA

POEMAS IBÉRICOS (79) TRES POEMAS INÉDITO DE FERNANDO ESTEVES PINTO